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Hace 20 años que escribo y tengo publicada una novela corta

TAL VEZ CONVENDRÍA...

...aclarar cual es el propósito de este blog. Hace mucho tiempo que vengo con la idea de publicar,vaya a saber porque, un montón de cuentos, relatos, casi crónicas (algunas de ellas).Si desmenuzamos el "vaya a saber porqué", o al menos lo intento, tropezaré con algunas ideas vagas, como narcisismo, exhibicionismo, que se yo, dejarles a mis hijos algunos divagues...
Entonces mi cuñado me mostró el blog de un amigo y me dije: Bárbaro, con esto me alcanza y de paso por ahí gente que quiero y otras que no conozco lean algunas cosas de estas y al menos les resulte entretenido. Ojalá.

Sentate y ponete a leer

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miércoles

EL GESTOR DE DESEOS (Cuento)

Ifigenia revolvió pensativa su café. Desde hacía mucho tiempo, como todas las mañanas llevaba su soledad al mismo bar. Cumpliendo una rutina casi matemática leía el diario, completamente. Incluido todos los avisos. No se trataba de que le interesara mucho la realidad, solo utilizaba ese recurso para matar el tiempo. Pero ese día un aviso la intrigó, capturó su atención. Decía así: Gestor de deseos y a continuación un número de teléfono. Sin saber porqué recortó el aviso y lo puso en su cartera. Al mediodía fue a su departamento para prepararse un sobrio almuerzo. Después de comer se recostó y entonces recordó. Se dirigió al teléfono y marco el número del aviso. No tuvo que esperar. Al instante una voz agradable atendió. - Gestor de deseos para servirle – dijo - Sí, yo quisiera saber si usted puede gestionar el cumplimiento de deseos. - Para eso estamos – dijo con tranquilidad. - ¿Cualquier deseo? - Exactamente, cualquier deseo. - ¿El más descabellado, el más loco? - Así es. - ¿Y cuál es el costo del servicio? - Lo que usted desee. - Disculpe, pero me parece que me está tomando el pelo. - Haga una cosa: pruebe – y agregó - Discúlpeme usted a mí, pero no seríamos serios si no fuera así. O somos gestores de deseos, y eso implica cualquier deseo, o somos cualquier otra cosa. Le repito: pruebe. Eso sí, le advierto que puede llegar a arrepentirse. Y una vez que usted acepte nuestras condiciones no hay vuelta atrás. - ¿Y cuál son esas condiciones? - En realidad es una sola: Una vez en posesión de que todos sus deseos se realicen, habrá uno solo que no podrá obtener: volver a la condición actual suya, es decir, tener deseos difíciles o imposibles de satisfacer. - ¿Eso nada más? – preguntó casi incrédula Ifigenia - Eso nada más. - ¿Qué tengo que hacer? - Simple. Desee que en la puerta de su casa haya un representante nuestro con el contrato. Vaya y ábrala, hágalo pasar y firme el contrato. Y listo. De paso le probamos que esto funciona. Pero le recomendamos que lo piense. Ella se sentía sola, pobre y triste. De modo que no lo pensó. Deseando con toda su alma que en la puerta estuviera el representante del Gestor de Deseos fue hasta ella y la abrió mientras el corazón le latía a toda velocidad. Allí estaba un hombre con un papel en la mano. Lo hizo pasar y le pidió el papel. Antes que lo firmara el hombre le preguntó: - ¿Leyó usted un cuento que se llama “El Rey Midas”? - No – dijo y preguntó -¿Por qué? - Me parecía.

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