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Hace 20 años que escribo y tengo publicada una novela corta

TAL VEZ CONVENDRÍA...

...aclarar cual es el propósito de este blog. Hace mucho tiempo que vengo con la idea de publicar,vaya a saber porque, un montón de cuentos, relatos, casi crónicas (algunas de ellas).Si desmenuzamos el "vaya a saber porqué", o al menos lo intento, tropezaré con algunas ideas vagas, como narcisismo, exhibicionismo, que se yo, dejarles a mis hijos algunos divagues...
Entonces mi cuñado me mostró el blog de un amigo y me dije: Bárbaro, con esto me alcanza y de paso por ahí gente que quiero y otras que no conozco lean algunas cosas de estas y al menos les resulte entretenido. Ojalá.

Sentate y ponete a leer

Sentate y ponete a leer
¿Estás cómodo?

jueves

LO SUYO ESTÁ AL SALIR (Cuento)


Retumbó la pesada puerta al cerrarse tras su espalda. Sus pies adivinaron, en la penumbra, una gruesa alfombra que amortiguaba el ruido de sus pasos encaminados hacia el único escritorio, donde una mujer muy blanca y rubia, de pelo recogido en la nuca y aire severo, era iluminada por una luz mortecina, que resaltaba aun más el enorme salón, ya que no se distinguían paredes ni techos.

-Vengo por el numero de mi expediente- dijo con una voz que no reconoció como suya. Sin levantar la vista, la mujer extendió su brazo señalándole  con el índice, que parecía mas una estalactita que un dedo, un banco de mármol. Sintió el contacto frío al sentarse.

Fue ahí cuando lo vio. Al encender un cigarrillo, la llama del fósforo había iluminado débilmente lo que aparentaba ser un bulto, una sombra y que fue convirtiéndose poco a poco en un hombre sentado, en un banco similar al que él ocupaba al lado de la puerta. Su edad era indefinida. Sus acuosos ojos estaban abiertos en una extraña mezcla de tristeza, indiferencia y desconsuelo. La palabra desesperanza, seria la más exacta. El pelo canoso cubría sus hombros y se deslizaba sobre el banco hacia el suelo. La barba enmarañada tapaba su pecho y también llegaba a la alfombra. Todo en él era cansancio y quietud.

A medida que se iba acostumbrando a la oscuridad, descubría mas detalles y con cada cigarrillo prendido veía aún más. Así, no se sorprendió demasiado por las larguísimas uñas, ni por el polvo que lo recubría. Aunque si se alarmó cuando advirtió que el hombre estaba unido a la pared y al banco por una profusa cantidad de telarañas en donde, naturalmente, arañas de distintos tamaños acechaban a sus presas. Siempre sintió una especial repulsión por esos bichos que le resultaban particularmente asquerosos.

Había perdido la cuenta del tiempo transcurrido. Alguna idea tenía por la cantidad de cigarrillos fumados. Además se había dormido varias veces y percibía ahora, con angustia que el tiempo pasaba de un modo extraño en ese lugar. En realidad ya no sabia si era de día o de noche. ¿Habrían pasado horas o días? ¿Por que no meses, tal vez años? se preguntó con pavura. Y ese hombre sentado allí. Sin moverse, sin hablar y la mujer impertérrita en su escritorio que no cesaba de escribir.

Y la puerta se abrió. Una silueta se recortó en la luz encegueciéndolo, y al aproximarse al hombre de edad indefinida le dijo:
- Lo suyo esta al salir.
Algo como un cloqueo, como un sonido gutural, salió de la garganta del hombre acompañando un estremecimiento de todo su cuerpo. La silueta se disolvió en la luz y la puerta volvió a cerrarse casi silenciosamente.

Todo tornó a su estado anterior.

El tiempo parecía marcarse solo por los periódicos momentos de breve luz producido por los fósforos de los cigarrillos que encendía. Se hundió en un sopor, del que despertó sobresaltado. Entonces se decidió y levantándose no sin esfuerzo, encaró hacia el escritorio y con un tono que no disimulaba su impaciencia, espetó;
 - Señora, falta mucho para que me atiendan?

La dama del rodete clavó sus ojos en él y con un tono que denotaba solo un  fastidio inmisericorde le dijo con algo de autoritarismo, al tiempo que señalaba al hombre de edad indefinida:
 - El señor esta primero, cuando terminemos con él, entonces será su turno.


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