(Homenaje al anónimo escritor que hizo las delicias de los niños occidentales con los relatos sobre el Barón a mediados del siglo XIX)
Entre los papeles atribuidos al Barón de Munchausen se encontró el siguiente manuscrito:
“ Siendo niño, cierto día, me topé con una de las maravillas del ingenio humano: un barrilete, que como todos sabemos es de china prosapia.
Teniendo mi padre una cuantiosa fortuna y gran poder sobre la gente, le pedí que me hiciera construir el mas grande y bello que jamás se viera. Él siempre accedía a mis deseos de modo que mandó hacer a un famoso barriletista uno de estos artefactos para mi cumpleaños en el mayor de los secretos con el fin de darme una sorpresa.
Llegado mi día festivo, para mi desazón, me encontré frente a un barrilete que si bien era muy bello, solo medía veinticinco metros de alto por diez de ancho.
- Es un barrilete mediocre, no es digno de un futuro barón - manifesté entre sollozos. - Es pequeñísimo - agregué.
Conmovido por mi dolor, mi padre no podía verme llorar, me preguntó: - ¿ Que tamaño te conformaría ? -
- Debe poder tapar la luz del sol. Cuando se remonte el pueblo deberá pensar que se está por desencadenar una terrible tormenta.
Así fue que mi padre trajo a diez mil esclavos nubios, hizo talar una importante selva brasilera para confeccionar el papel necesario, compró varios molinos harineros y una represa para el engrudo, dejó sin sogas a todas las embarcaciones de Noruega después de una cruenta guerra y privó de sábanas a todos los hospitales de España y Francia para la ejecución de la cola.
Finalmente tenía mi barrilete. Descansaba en cincuenta kilómetros cuadrados de campo de donde previamente se habían desalojado a los campesinos que lo habitaban.
Para remontarlo tuvimos que uncir a la soga inmensa doscientos cincuenta caballos percherones y esperar un huracán con ráfagas de ciento cincuenta kilómetros por hora.
El majestuoso barrilete remontó y remontó. Cuando la soga se tensó mi padre la puso en mis manos y me dijo lleno de bondad: - es todo tuyo -
Yo la tomé y cuando pasaba por Júpiter llevaba impreso en mis retinas la sonrisa comprensiva de mi papá.”
No se podía esperar menos de quién emergió del mar con su caballo Bucéfalo jalándose el mismo de su cabello.
viernes
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